6 de noviembre de 2014
Excélsior
Hace tres meses Luis Alfredo, de 21 años, su papá Gildardo Lagunas, de 51 años, junto con sus primos Marlene Hernández, de 28, y José Luis Cruz, de 29, salieron rumbo a Guerrero para acudir al funeral de su abuelo y nunca más regresaron.
Ahora, su madre Andrea Modesto sabe que sus cuerpos se encuentran entre los restos encontrados en una fosa clandestina en Iguala, pero no se los entregan.
Andrea recuerda que el pasado 12 de agosto, su esposo y su hijo junto con sus sobrinos salieron rumbo a Guerrero para acudir al sepelio de su padre, cuando venían de regreso empezaron a llamarle vía telefónica para indicarle que ya iban en camino, y que elementos del Ejército los habían detenidos en un retén en Teloloapan.
Al filo de las 19:33 volvió a recibir otra llamada, habló nuevamente con Gildardo, quien detuvo la conversación porque lo había detenido la Policía Municipal en el retén que había en el cruce de Iguala con Teloloapan, “me dijo, luego te llamo porque me detuvo la Policía Municipal, fue lo último que me dijo, porque yo después le marqué a los cinco minutos y nadie contestó los celulares”.
Su angustia hizo que los fuera a buscar al otro día para pagar la multa, o lo que fuera necesario, para que los dejaran en libertad, pues creyó que habían sido detenidos, pero en la dirección de Seguridad Pública de Iguala nadie los había visto ni la camioneta negra en la que viajaban.
“Fui a la presidencia municipal a preguntar, obviamente yo pensé que estaban ahí por algún motivo, y me dijeron que no; fui a todas las dependencias de Iguala, a la estatal, a la federal, a la judicial a preguntar y me dijeron que no, vuelvo a la Policía Municipal que corroboren si no tienen los datos de esas personas que ando buscando, y me vuelven a decir que no.”
Fue entonces cuando decidió levantar un acta por la desaparición de sus familiares, “primero en todos lados me pusieron trabas en Iguala el agente del ministerio público José Luis Cuenca me dijo que no había sistema, y que no me podía levantar el acta, que lo hiciera en otro lado, intenté en Nezahualcóyotl, pero me comentaron que tenía que ser en el lugar de los hechos, regresé y me volvieron a decir que no había sistema, después de tanto insistir... levantaron el acta.”
“Ahí empezó mi angustia de saber en dónde estaba mi familia, pero tenía la esperanza de encontrarlos, hasta que me hablaron de que al encontrarse una fosa clandestina en Iguala debía hacerme un ADN para ver si se encontraban entre los restos.”
Fue hasta el 31 de octubre, cuando recibió otra una llamada de la Fiscalía de Guerrero en la que le indicaban que había coincidido su ADN con cuatro cuerpos encontrados en Iguala, por lo que podía pasar a ese municipio a liberar el acta para que le entregaran los cuerpos a la Procuraduría General de la República, quien se había llevado los restos.
“Regreso a Chilpancingo y me dicen ya hicimos las pruebas y salió positivo, aquí peritos argentinos, federal y nosotros, no hay duda hay 99 por ciento que es seguro.”
Comentó que cuando regresó en la PGR me dijeron que no sabían nada al respecto, después de tanto exigir que la atendieran le mandaron a realizar otro ADN, y nuevamente coincidió.
“Ya me lo hicieron y confirman que sí son, pero ahora nadie me atiende, nadie me entrega a mis familia, les exijo que hagan su trabajo, que me entreguen los cuerpos, no se vale que están pagando personas inocentes trabajadores; mi hijo era un joven con futuro, ésa es mi frustración.”
Ahora se encuentran también en la orfandad cinco menores, hijos de Marlene y José Luis, quienes quedaron a cargo de sus abuelos.
Excélsior
Hace tres meses Luis Alfredo, de 21 años, su papá Gildardo Lagunas, de 51 años, junto con sus primos Marlene Hernández, de 28, y José Luis Cruz, de 29, salieron rumbo a Guerrero para acudir al funeral de su abuelo y nunca más regresaron.
Ahora, su madre Andrea Modesto sabe que sus cuerpos se encuentran entre los restos encontrados en una fosa clandestina en Iguala, pero no se los entregan.
Andrea recuerda que el pasado 12 de agosto, su esposo y su hijo junto con sus sobrinos salieron rumbo a Guerrero para acudir al sepelio de su padre, cuando venían de regreso empezaron a llamarle vía telefónica para indicarle que ya iban en camino, y que elementos del Ejército los habían detenidos en un retén en Teloloapan.
Al filo de las 19:33 volvió a recibir otra llamada, habló nuevamente con Gildardo, quien detuvo la conversación porque lo había detenido la Policía Municipal en el retén que había en el cruce de Iguala con Teloloapan, “me dijo, luego te llamo porque me detuvo la Policía Municipal, fue lo último que me dijo, porque yo después le marqué a los cinco minutos y nadie contestó los celulares”.
Su angustia hizo que los fuera a buscar al otro día para pagar la multa, o lo que fuera necesario, para que los dejaran en libertad, pues creyó que habían sido detenidos, pero en la dirección de Seguridad Pública de Iguala nadie los había visto ni la camioneta negra en la que viajaban.
“Fui a la presidencia municipal a preguntar, obviamente yo pensé que estaban ahí por algún motivo, y me dijeron que no; fui a todas las dependencias de Iguala, a la estatal, a la federal, a la judicial a preguntar y me dijeron que no, vuelvo a la Policía Municipal que corroboren si no tienen los datos de esas personas que ando buscando, y me vuelven a decir que no.”
Fue entonces cuando decidió levantar un acta por la desaparición de sus familiares, “primero en todos lados me pusieron trabas en Iguala el agente del ministerio público José Luis Cuenca me dijo que no había sistema, y que no me podía levantar el acta, que lo hiciera en otro lado, intenté en Nezahualcóyotl, pero me comentaron que tenía que ser en el lugar de los hechos, regresé y me volvieron a decir que no había sistema, después de tanto insistir... levantaron el acta.”
“Ahí empezó mi angustia de saber en dónde estaba mi familia, pero tenía la esperanza de encontrarlos, hasta que me hablaron de que al encontrarse una fosa clandestina en Iguala debía hacerme un ADN para ver si se encontraban entre los restos.”
Fue hasta el 31 de octubre, cuando recibió otra una llamada de la Fiscalía de Guerrero en la que le indicaban que había coincidido su ADN con cuatro cuerpos encontrados en Iguala, por lo que podía pasar a ese municipio a liberar el acta para que le entregaran los cuerpos a la Procuraduría General de la República, quien se había llevado los restos.
“Regreso a Chilpancingo y me dicen ya hicimos las pruebas y salió positivo, aquí peritos argentinos, federal y nosotros, no hay duda hay 99 por ciento que es seguro.”
Comentó que cuando regresó en la PGR me dijeron que no sabían nada al respecto, después de tanto exigir que la atendieran le mandaron a realizar otro ADN, y nuevamente coincidió.
“Ya me lo hicieron y confirman que sí son, pero ahora nadie me atiende, nadie me entrega a mis familia, les exijo que hagan su trabajo, que me entreguen los cuerpos, no se vale que están pagando personas inocentes trabajadores; mi hijo era un joven con futuro, ésa es mi frustración.”
Ahora se encuentran también en la orfandad cinco menores, hijos de Marlene y José Luis, quienes quedaron a cargo de sus abuelos.
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